—No es eso.
Estar dispuesto a ayudar a Euge es una costumbre. Lo he hecho la mayor parte de
mi vida. Es un hábito difícil de romper.
Lali soltó
una risa sarcástica.
—¿De verdad?
Qué manera tan adorable de darle la vuelta a lo que acabo de decir. —Lali dio
un paso adelante, me señaló con el dedo y me lo clavó en el pecho— Estoy
cansada de ser el segundo o el tercer plato. Ya he tenido más que suficiente.
Anoche, yo también necesitaba a alguien. A alguien que me escuchase. Es una
pena que nadie quiera ser el hombro sobre el que Lali pueda llorar. A nadie le
importa si necesito a alguien a quien le importe.
Tenía los
ojos brillantes de tantas lágrimas sin derramar, y yo notaba una opresión tan
grande en el pecho que sentía que iba a explotar.
—Esto se ha
terminado. Olvídalo. Estoy harta —bufó Lali. Se dio la vuelta y se alejó
andando. Reaccioné rápidamente y la agarré el brazo.
—¿Qué
ocurrió? ¿Por qué me necesitabas? – Se derrumbó y la abracé por la espalda,
sujetándola contra mi pecho tanto si quería como si no.
—Suéltame,
Peter... —Se le quebró la voz.
—No. Dime a
qué te referías. – Se le escapó otro sollozo y negó con la cabeza,
furiosa.
—No. No
tienes derecho a pedir explicaciones. Yo no explico mucho a los demás.
Guardo mis sentimientos para mí. Pero anoche quería
contártelo. —Soltó una risa triste—Pensaba que tenía a alguien que me
escucharía, alguien a quien le importaba. Pero estaba equivocada.
—No lo
estabas. Me importas. Quiero que hables conmigo.
—Demasiado
tarde —gruñó, intentando zafarse.
—Anoche me
equivoqué, Lali. Lo siento mucho. Perdóname, por favor. Por favor,
perdóname. No volverá a ocurrir.— Hice una pausa, no estaba seguro de si estaba
listo para desnudar mi alma.
—Tienes
razón. No volverá a pasar. Porque estoy harta de esforzarme para que me
quieran. No debería tener que esmerarme tanto para conseguir que
las personas a las que amo también me quieran. La gente no se esfuerza
tanto. Nadie lo hace. Sólo yo. Sólo Mariana Espósito. No puedo más. Si soy tan difícil
de querer, entonces no necesito a nadie. Hasta ahora me las he arreglado sola.
¡Soy una puñetera profesional! – Si es posible que el sufrimiento de otra
persona te rompa el corazón, entonces el dolor de Lali hizo añicos el mío. La
emoción me ardía en la garganta mientras la abrazaba con más fuerza. Hubiese
querido meterme dentro de su cabeza. Se encerraba tanto en sí misma que me
pregunté la razón. Y lo comprendí. Lali no confiaba en nadie lo suficiente como
para dejar que se le acercase, hasta anoche. Había decidido que podía confiar
en mí, ¿y qué hice yo? Tirar su confianza a la basura. Dios mío, era el imbécil
más grande del mundo.
—Lo siento
mucho —susurré, besándole la sien—¿Puedes perdonarme? ¿Puedes confiar
en que te pondré siempre por delante? Te juro que lo que pasó anoche no
volverá a ocurrir.
Fue la
primera vez que tuve que afrontar algo así desde la ruptura. Cuando Nico
regresó y Euge se echó en sus brazos, desesperada por estar con él, no me dolió
tanto como esperaba. Fue una advertencia, un aviso. Ya no me necesitaba. Ya no
tenía que protegerla. Podía pasar página. Era el momento. Lo de anoche fue el
acto de clausura que necesitaba. Me interrumpí e hice girar a Lali por los
hombros para que me mirase. Su cara enrojecida y sus ojos hinchados casi
consiguieron que me pusiera de rodillas.
—Esto es
nuevo para mí. Estoy aprendiendo a mantener una relación con alguien que no sea
Euge. Cometí un error terrible. Fue una recaída. Pero tú —alargué la mano
y le coloqué un mechón de pelo suelto detrás de la oreja —Tú despiertas
algo dentro de mí que Euge nunca despertó. Siento cosas contigo que nunca sentí
con ella. La quise durante mucho tiempo. No puedo evitar querer estar a su lado
si me necesita. Pero la próxima vez que tenga que tomar una decisión así,
pensaré en ti antes que nada. Te lo prometo.
Lali me
examinó la expresión como si esperase más. Pero no estaba seguro de qué más
decir.
—No es fácil
ser siempre el segundo plato —dijo—. Para mi padre, pronto seré el
tercero. Cada vez estoy más abajo, en su lista. Quizá eso me convierte en una
egoísta, pero necesito a alguien a quien acudir. Anoche, quise acudir a ti. – Lali
hizo una pausa y tragó saliva. —Cualquiera diría que con todo el rechazo
que he experimentado en mi vida debería estar acostumbrada. Pero sigue siendo
igual de difícil. Te vuelve precavido. Provoca que tengas cuidado de no
hacerte ilusiones. Me ilusioné contigo. Me costará volver a confiar en ti de la
misma forma. Pero no significa que no podamos seguir viéndonos este verano. Es sólo
que tenemos que retroceder unos cuantos pasos. La otra noche en la tienda
aceleramos las cosas. Ahora, tenemos que frenar. – Iba a perdonarme. Podía
volver aganarme su confianza. Volvería a abrirse, y yo no le fallaría. Cuando
me necesitase, estaría ahí.
—Me parece
justo —respondí. Deslicé un dedo bajo su barbilla e hice que levantara un poco
la cabeza
—Ahora tengo
que besarte.
—Vale
—susurró apenas un instante antes que mis labios tocaran los suyos.
Lali
Cuando
llegamos, Nico ya había recogido el campamento y todo estaba atado al techo del
Suburban. Dijo que Euge necesitaba dormir en una cama decente, y que iríamos a
un hotel y ya volveríamos a casa por la mañana. Nadie lo discutió. Creo que
todos estábamos más que dispuestos a dormir sobre un colchón de verdad.
Casi se me escapa un suspiro de alivio. Le dije a Agus que se sentara delante
con Peter y que yo me sentaría detrás con Euge. No estaba preparada
para pasar más tiempo con él. Le había perdonado, pero todavía tenía
el corazón herido. Eugenia lo entendió, y medio la mano cuando me senté a su
lado. Fue un trayecto silencioso. Llegamos a un hotel barato que no estaba
demasiado lejos y los chicos pidieron habitación. No sabía si iba a
compartir habitación con Peter o si esperaban que pidiese una para mí. Tenía
dinero suficiente para hacerlo, si hacía falta. Ya no me preocupaba ahorrar
para la universidad. Mi padre había aplastado mis esperanzas.
Esperé con
las otras chicas, sentada en el vestíbulo del hotel. Seguía estando sucia de
haber pasado el día al aire libre y necesitaba una ducha, por no mencionar que
estaba agotada tanto física como mentalmente. Peter se acercó, con mi mochila y
la suya colgadas del hombro.
—¿Necesitas
sacar algo de la bolsa de deporte que compartes con Euge?
—Mmm, sí. Creo.
¿Vamos a compartir habitación?
Tienes que subir otro!! Me gusto el capitulo pero no me puedo creer que Lali le haya "perdonado" tan fácil a Peter. Jenu
ResponderEliminarOh dios mio lali es tonta¡! Q sufra pit! Tienes q subir otro capi nay. Yo no aguanto asta mañana sorry :(
ResponderEliminarA mm kero mas no podes dejarla aca tenes q subir otro dale q vos sos copada *.* confieso q kero darle una piña a lalu x perdonar al vuelo a pit y buee nadie se
ResponderEliminarResiste a ese potro :$ carla
Uyuyyy
ResponderEliminar