viernes, 1 de agosto de 2014

Curando al corazón - cap 6

Muchas gracias a las nuevas lectoras por comentar, y BIENVENIDAS! :) Ahora os subiré una maratón y espero que os guste :) y no os olvideis de comentar .

Peter

Seguía sin estar seguro de por qué estaba allí. Vale, había asistido a las fiestas de cumpleaños de Mery desde séptimo curso, pero sólo porque Euge quería ir. Este año ya no importaba lo que ella deseara, así que ¿por qué narices estaba allí?
La música sonaba en los altavoces. Habían iluminado la piscina con varias luces estroboscópicas que hacían que el agua pareciese rosa, lila, verde y amarilla. Estaba rodeada de tumbonas de teca y de antorchas hawaianas.
Fui al bufé que había en frente de la caseta de la piscina, una especie de bar improvisado que consistía básicamente en grandes cubas de metal llenas de hielo y de bebidas. Si pensaba superar aquella noche, necesitaría alcohol. Mucho alcohol. 
—¡Peter! —balbuceó Ryan Mason —. El hombre ha llegado. Ya estaba borracho.
Le saludé con la cabeza y cogí una botella de cerveza que estaba escondida bajo los cubitos de hielo. 
—Así se hace, colega. A beber. Ya no tienes que impresionar a la chica buena, ¿eh? - —voceó Ryan desde la piscina. Estaba tumbado sobre un flotador con una muchacha acurrucada a su lado.
No respondí a su estúpido comentario. Como si a Euge le importase algo así. ¡Pero si me había dejado por Nico! Abrí la botella, tiré la chapa al cubo de reciclaje y tomé un buen trago de cerveza. El líquido frío no me hizo sentir mejor, pero al menos sabía bien.
Me di la vuelta para entrar en la casa, pero sólo había dado un par de pasos cuando se abrieron las puertas de cristal y salieron Euge, Nico y Lali.
Mierda, tendría que haberme quedado en casa. Euge saludó a Mery y se llevó a Lali hasta donde estaba su amiga. Nico y yo nos miramos, y él caminó tranquilamente hasta llegar a mi lado.
—No pensaba que fueses a venir — me dijo a modo de saludo. Me encogí de hombros y alcé la botella que tenía en la mano. 
—Cerveza gratis.
Sus ojos no se apartaron de Euge mientras ella parloteaba alegremente con las otras chicas. El diminuto pareo que llevaba encima del biquini dejaba poco a la imaginación. Nunca se había vestido así cuando salíamos juntos. Seguramente había sido otro de sus intentos de ser  perfecta para mí. Vaya mierda.
—Más te vale que sea Lali a la que estás repasando —me advirtió Nico. Me fijé en Lali y me sorprendí al ver que llevaba un par de pantalones diminutos. No tenía las piernas bronceadas como Euge, pero eran largas bien torneadas, igual que las de su prima. El tono único y cremoso de su  piel era delicado. Mi mirada ascendió por su cuerpo y observé que sus caderas se ensanchaban justo por debajo de su estrecha cintura, completamente visible a través de la camiseta sin mangas que se había puesto encima del biquini.
 —Creo que le gustas —la voz de Nico irrumpió en mis pensamientos. Aparté la mirada de los rizos cobrizos de Lali y miré a mi hermano. 
—¿Qué? 
—A Lali. Ha preguntado por ti esta tarde. Quería saber si vendrías —Nico hizo una mueca de suficiencia—. Creo que está colgada del quarterback.
Volví a fijar mi atención en Lali a la vez que ella miraba de reojo por encima del hombro, y nuestras miradas se cruzaron. Se quedó paralizada, como si le resultara asombroso que la estuviese observando. La prima de Euge no era nada fea y sí muy dulce.
Tomé otro trago mientras jugueteaba con la idea de hablar con Lali para sacarme a Euge de la cabeza.
 —Te lo dije —dijo Nico en tono divertido. Puede que tuviera razón. Los labios de Lali dibujaron una pequeña sonrisa y recordé lo suaves que eran. El beso que nos dimos había sido espectacular.

Lali

 Nico apoyó las manos en la parte inferior de la espalda de Eugenia en un gesto territorial mientras la guiaba hacia las escaleras. Observé cómo se debatía entre el deseo de irse con su novio y el deber de quedarse conmigo. 
—No puedo dejar sola a Lali —le susurró a su chico.
—Lali ya es mayorcita y no le importará que te escabullas unos minutos... o un poco más. – levantó la cabeza y me sonrió. —No te importa, ¿verdad que no, Lali?
 No me apetecía nada cabrear  a Nico admitiendo que no quería quedarme sola. Negué con la cabeza y me obligué a sonreír.
—Mmm, no, no pasa nada. Id a hacer lo que... sea.
Nico volvió a mirar a Euge.
—Por favor, ven conmigo. —Su voz sonaba ronca y sus ojos se habían vuelto oscuros y suplicantes. Era imposible que Euge le rechazase. 
—Vale —susurró, sin molestarse en mirarme. Observé cómo él la llevaba escaleras arriba. Imaginé que no iban a acostarse en casa de Mery. Sacudí la cabeza y me dirigí afuera. Pensé que tal vez Peter estaría solo y yo tenía que ser capaz de reunir el valor necesario para hablar con él. Antes de que llegase a la puerta, el chico de mis sueños entró. Tenía los ojos vidriosos y el pelo, que normalmente llevaba perfectamente peinado, estaba revuelto. Me detuve y le observé mientras su mirada barría la habitación hasta encontrarse con la mía. Sus labios dibujaron una sonrisa lenta y se acercó a ritmo tranquilo. ¿Se tambaleaba un poco o eran imaginaciones mías?














 



 

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