Peter
Abrí los ojos cuando el calor de
las primeras horas de la mañana cayó sobre la tienda. Los sucesos de la
noche anterior me vinieron a la cabeza, y el cuerpo que se apretaba junto al
mío me hizo sonreír. Anoche, Lali Espósito me había hecho ver las estrellas.
Cuando se había derretido en mis brazos, estaba convencido de que no había en
el mundo nada más sexy. Pero su expresión de asombro, la boca ligeramente
abierta en un gesto maravillado mientras me ayudaba con inocencia a desahogarme,
fue todavía más sexy: lo más sexy que había visto en mi vida. La apreté
contra mi pecho e inhalé la dulce y sutil fragancia de su champú y cerré los
ojos.
—Buenos días —dijo, un poco grogui,
mientras se daba la vuelta en mis brazos para mirarme a la cara. Su sonrisa
tímida indicaba que sabía que horas antes me había hecho un chico muy feliz.
—Buenos días —murmuré antes de besarla
en la boca con suavidad. Se echó atrás y se la tapó para que no hiciese nada
más.
—Aliento matinal. Tengo que lavarme los dientes
—explicó con la mano sobre los labios.
—Seguro que huele tan bien como el resto de
ti —le aseguré, bajando la cabeza y besándola en el cuello antes de olerle la
piel de forma exagerada hasta que se la escapó una risita. No me gustaban las
risitas, pero la suya era sensual y poco común. Me gustaba..., y mucho.
—Levantaos; tenemos que encontrar la
cascada. Dentro de unas horas hará un calor infernal, y más nos valdrá
estar cerca del agua fresca cuando empiece —la voz de Agus resonó por
el campamento. Lali se separó de mí y se incorporó. Yo me acomodé y la observé
mientras reunía sus provisiones. Me lanzó una sonrisa al bajar la cremallera de
la tienda. Vi el sujetador de la noche anterior en el suelo; me incorporé
y la agarré del brazo.
—No puedes salir así —dije en un tono de
voz más exigente de lo que planeaba. La idea de que Agus o cualquier otro
tipo la viesen con ese top diminuto hizo que me recorriese el cuerpo un
sentimiento posesivo. ¡NI EN BROMA!.
—¿Cómo? —frunció el ceño, mirando mi mano
sobre su brazo. Recogí el sujetador y lo balanceé en el aire delante de
ella.
—Tienes que ponerte esto. – Llevaba su ropa
en la mano.
—Me voy a poner el bañador, así que no
necesito el sujetador.
—Mmm, sí que lo necesitas. No saldrás de
esta tienda con el pecho tapado sólo con ese pedazo tan fino de algodón. – Sus
labios dibujaron una sonrisa y me arrebató el sujetador de la mano.
—Bueno, vale. ¿Vas a mirar mientras me
lo pongo?
—Claro que sí —respondí, sonriendo y
alargando el brazo para quitarle la ropa de las manos— O aún mejor, te lo puedo
poner yo.
Lali respiraba entrecortadamente cuando
gateé hasta ella y me dispuse a levantarle la camiseta para sacársela. Levantó
los dos brazos y la fui subiendo poco a poco, disfrutando de la vista. Siempre
había tenido debilidad por los pechos y los de Lali eran hermosos y grandes.
No pude contenerme y la acaricié un poco. Soltó un grito ahogado que me hizo
olvidar que nos estaban esperando fuera de la tienda. Su respiración rápida y
agitada tenía un efecto muy positivo sobre su pecho.
—Ponme el sujetador, Peter. – Levanté la
vista y la miré a los ojos. Estaba tan excitada como yo. Los dos íbamos a
explotar si seguíamos así. Quería estar dentro de ella. Lo deseaba mucho.
—Bien —respondí, obligándome a deslizarle
las tiras del sujetador por los brazos y los hombros. Le cubrí
los pechos con reverencia con las copas de satén, ajustando el cierre.
–Mmm, ah..., vuelvo en seguida
— balbuceó casi sin aliento. Únicamente fui capaz de asentir.
La cascada estaba sólo a ocho kilómetros, y
era una suerte porque si escuchaba una queja más de Heidi, me volvería loco.
Busqué a Lali con la mirada y la encontré sentada en una roca, junto a Euge. Me
dediqué a observarlas. La risa de Euge siempre me hacía sonreír. Oírla resonar
sobre el agua mientras las dos primas charlaban alegremente me hacía sentir que
todo estaba bien. Eugenia había sido la dueña de mi corazón durante tanto
tiempo que, incluso después de su traición, si me lo hubiese pedido la
habría aceptado de nuevo a mi lado, sin hacer preguntas. Por mucho que quisiera
a mi hermano, no estaba seguro de que, a día de hoy, no lo hiciera. Mi mirada
se posó en Lali, que ahora estaba hablando. Su ademán de felicidad me hizo
sentir como un rey. Había estado de un humor excelente toda la mañana,
resultaba agradable saber que era gracias a mí. El recuerdo de lo que había
experimentado con ella la noche anterior superaba de lejos todo lo que había
vivido con Euge. No estaba seguro de cómo me sentía al respecto. Eugenia me
poseía. Hubiese removido cielo y tierra para hacerla feliz. Con Lali era
distinto. Disfrutaba de su compañía y estar con ella resultaba excitante. Pero
yo sabía qué se sentía al amar, y mis sentimientos por Lali ni siquiera se
aproximaban a aquello. Lo que sentía por ella era más intenso, pero sólo en lo
físico. La idea de dejar de verla tras el verano no me dolía tanto como cuando
pensaba en lo lejos que estaría de Euge.
—Está como un tren. Si te aburres y quieres
intercambiar compañeras de tienda, me avisas. – Levanté la cabeza de golpe para
fulminar a Agus con la mirada, que observaba a Lali con una sonrisa de suficiencia.
—¿Qué has dicho? —pregunté, cerniéndome
sobre él. Cerré los puños, preparado para vapulearle si se atrevía a
repetir su grosería.
—Alto, Peter, cálmate, tío. Sabes que no
hablaba de Euge, ¿no? —Agus levantó las dos manos y retrocedió.
—Sé de quién hablabas y te recomiendo que
le quites esa mirada de pervertido de encima. No está disponible.
—Vaya, vaya, vaya, ¿qué demonios has hecho,
Agus? Creo que nunca había visto a Peter tan dispuesto a apalear a alguien que
no fuese yo —comentó Nico en un tono lánguido y divertido.
—Cállate —le espeté sin mirarle.
—No lo sé. Se le ha ido la olla. Sólo he
hecho un comentario sobre Lali. La última vez que habló de ella, sólo era una
«distracción». No sabía que iba a ponerse en plan territorial— respondió
Agus, mirando a mi hermano por encima de mi hombro. Su mirada pedía
ayuda descaradamente y eso aún me cabreó más.
—Tiene razón, tío. Déjalo. Te has estado
refiriendo a Lali como una distracción durante más de una semana. Si has
cambiado de opinión, mejor será que se lo hagas saber a todos. – Detestaba que
Nico tuviese razón. El neandertal era él, no yo. Se suponía que no tenía
sentido común. Me quité la camiseta y la arrojé sobre las rocas antes de
sumergirme en el agua. Necesitaba estar cerca de Lali. Era lo único que podía
calmar la violenta tempestad que bramaba en mi interior.
Lali
Quería ducharme antes de dormir. Estaba
agotada. Me lo había pasado bomba, pero entre el calor, nadar y el senderismo,
se me cerraban los ojos. Enchufé el teléfono para cargarlo en el pequeño
estante que había encima del lavamanos de los baños. Después fui a lavarme.
Euge dijo que le dolía la cabeza que quería tumbarse un rato antes de
ducharse. Heidi y Mery dijeron que estaban demasiado cansadas para caminar
hasta las duchas. Estaba ansiosa de volver con Peter. La esperanza de
pasar otra noche como la anterior había estado en mi mente todo el día. Eugenia
había mencionado mi sonrisa boba, y cuando me preguntó por qué estaba tan atolondrada
le di una respuesta ambigua. Aunque estaba bastante segura que ya lo había
adivinado.
Después de ducharme, me sequé y me puse la
camiseta de tirantes, esta vez sin sujetador, y los pantalones cortos de rayas
rosas que había traído para dormir. Podía llevarla la ropa sucia delante de la
camiseta, así Peter no se daría cuenta de que había estado sin sujetador fuera
de la tienda. La reacción posesiva de esta mañana, al verme salir de la tienda
sin sujetador, me había sorprendido. Nadie había sido posesivo conmigo. Quizá
la respuesta más saludable hubiese sido mantenerme firme y obligarle a
aceptar que yo era una persona independiente. Pero no lo hice. Quería que
me deseara. Al coger el móvil vi que tenía varias llamadas perdidas y unos
cuantos mensajes de texto. Suspirando, me dispuse a revisarlos y vi que mi
padre me había llamado dos veces. Mi madre había llamado quince veces y ambos habían
dejado varios mensajes. Tenía que devolverle la llamada a uno de los dos, como
mínimo. Mi madre me tendría al teléfono una eternidad y yo me moría de ganas de
regresar a la tienda. Así que busqué el número de mi padre y esperé a que
sonase.
—Por fin. ¿No tienes cobertura? Te he
llamado varias veces.
—Hola, papá. Lo siento, aquí la cobertura
es un asco.
—Me alegro de que por fin hayas recibido
mis mensajes y me hayas llamado. Tengo que hablar contigo de la boda. Ha
habido un cambio de planes.
—Vale...
—La abuela de Shandra vive en la costa de
Carolina del Sur. Es bastante adinerada y su casa es un monumento histórico. Se
la ha ofrecido a Shandra para la boda.—Hizo una pausa, a la espera de mi
respuesta. No respondí. —¿Sigues ahí?
—Sí, papá. Te escucho.
—Ah, vale, bien. Costará bastante más de lo
que teníamos planeado. Además, los familiares que la abuela de Shandra insiste
en invitar vendrán de todo el país. La casa estará a rebosar. – Seguía sin
estar segura de por qué me estaba explicando sus planes de boda, dado que
no me parecían un asunto muy urgente. —No hay espacio para ti en la casa.
No puedo obligar a la abuela de Shandra a darte una habitación cuando ya se
está mostrando tan generosa. Además, el coste del viaje me está ajustando
el presupuesto. Pagar tu vuelo y tu habitación de hotel me resulta imposible.
A ver, te quiero allí conmigo, pero no creo que pueda permitírmelo. – Me
apoyé en la pared y cerré los ojos. Me brotaron las lágrimas y me restregué los
ojos frenéticamente. No iba a llorar por esto. No iba a llorar.
—Vale. Muy bien —dije a través del nudo en
mi garganta.
—¿Lo comprendes, verdad? – Se iba a gastar
toda su pasta en casarse con la chica con la que iba a empezar una nueva
familia. Y no tenía dinero para pagar el billete de avión a su primera hija,
para que estuviese con él en su gran día. Por mucho que me doliese, era algo
con lo que podía vivir. Pero sabía que lo que me estaba diciendo en realidad
era mucho peor. Una nueva esposa, una nueva casa, una gran boda, un nuevo
bebé... Mi padre no me ayudaría con la universidad. Ni siquiera tenía el
valor de pedírselo. Si me fallaba o me decepcionaba una vez más, no sé
si podría soportarlo.
—¿Lali?
—Sí, vale, papá. Lo comprendo.
—Sabía que lo harías. Shandra estába preocupada
por si te enfadas. Le he dicho que no te pareces en nada a Caroline y que no le
darías demasiada importancia.
—Tengo que colgar. No quiero gastar toda la
batería.
—Sí, claro. Bueno, diviértete y disfruta
del verano. Quizá pueda arreglármelas para venir de visita en otoño. ¿Por qué
universidad te has decidido, al final?
Iría a la universidad pública.
Mi padre tenía una nueva familia.
—Tengo que irme, papá —respondí y colgué.
Me resbalaban las lágrimas por la cara y sentí que mi resolución de
no permitir que mis padres volviesen a herirme se fundía. ¿Cuánto iba a
tener que aguantar antes de desmoronarme? Esconder todo esto en mi
interior me estaba reconcomiendo. Necesitaba que alguien me escuchase, que me
abrazase mientras lloraba. Por una sola vez, deseaba ser el centro de
atención... Necesitaba a Peter. Me mojé la cara con agua y me sequé las
lágrimas. Él era el único con el que quería hablar.
Cogí mi bolsa, metí el teléfono dentro y
salí. Peter me estaría esperando. Me escucharía. Justo cuando puse los
pies en el sendero que conducía a nuestro campamento, apareció corriendo. En
cuanto le vi, me sobrevino una sensación de alivio. Pero duró poco. Su
expresión seria me sorprendió.
—Peter... —empecé a decir, pero pasó
de largo en dirección a los baños.
—¡Ahora no tengo tiempo, Lali!
— gritó. Me quedé pasmada, incapaz de moverme. Al cabo de unos segundos,
salió corriendo de los baños con un trapo empapado y un ademán resuelto en
lacara. Su mirada me dejó atrás, como si yo no estuviera. Cuando pasó por mi lado,
alargué la mano y le agarré el brazo. Estaba empezando a asustarme.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Lali, suéltame. Ahora mismo no puedo
hablar. Euge me necesita.
Chiquillas mías os respondo a vuestra dudilla, SÍ nuestro querido Peter en esta novela es virgen <3 <3 <3
ResponderEliminarLos capitulos geniales me encantaron, pero no nos puedes dejar así tienes que subir otro capítulo!!! Jenu
ResponderEliminarP.D: Me encanta cuando Peter es posesivo con Lali :)
Jenuuuuu! que te perdí la pista jajaja loquita ya te hablo por whatssap y sí a mí también me encanta cuando es así <3
EliminarWuuuuo q bonito Peter es virgen uuu pero lo kiero matar pobre lali encima de q su padre es una cabron de mierda va pit y la caga :( pero aun así me fascino el capi :]
ResponderEliminarAiii q lindo nuestro pit virgen :') q boludo q sos pit ya podes remarla cn la q t acabas de mandar ... atte;maria
ResponderEliminarEl padre idiota un novio tonto Jolin donde acabará pobre lali
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