martes, 5 de agosto de 2014

Curando al corazón - cap. 13





Peter

En cuanto Lali cerró la puerta de  la casa de Euge, saqué el móvil del bolsillo y marqué el número de Nico. 
—Sí —contestó después del tercer tono. 
—Necesito una entrada para el concierto de esta noche, vengo con vosotros.
 Nico no contestó en seguida, pero luego soltó un suspiro. 
—La pequeña Lali te está afectando, ¿verdad? – Me inundó el recuerdo de sus piernas en mi cintura y tuve que aclararme la garganta. 
—La verdad es que sí. 
— Euge le ha preparado una cita con Gas para esta noche. ¿Lo sabes, no? – Me hervía la sangre. Sí, lo sabía y pensaba ponerle fin. Gastón quería a Lali sólo para el verano. En otoño, él se iría a la Universidad de Texas y Lali a..., bueno, no sabía a qué universidad iría ella, pero también iría a alguna. Sí, quería poner celosa a Euge, pero la idea de estar con Lali cada vez me resultaba más atractiva, aunque sólo fuese porque me hacía olvidar. Con ella, no pensaba en Eugenia. 
—Hoy ha estado conmigo. Me lo debes, Nico. Y mucho. Tengo que estar ahí esta noche. 
—Euge se pondrá furiosa. No se fía de tus intenciones, y yo tampoco estoy muy seguro. 
—Ya has visto a Lali. ¿Cómo no me va a gustar? ¿Por qué no iba a querer estar con ella si está como un tren y además disponible? Necesito una distracción, creo que será bueno para todos.
Nico se quedó en silencio por un momento. 
—Creo que las entradas están agotadas, pero Euge compró dos para Leann, que iba a venir con un amigo. Pero en el último momento la ha plantado y busca a alguien que la acompañe. Quizá no quiera regalarte la entrada, pero estoy casi seguro de que te la venderá. 
—Todavía tengo su número. La llamaré. Gracias —no esperé a que respondiese, colgué y me puse a buscar el nombre de Leann entre mis contactos.
En un principio, Eugenia nos pidió que fuésemos en vehículos separados porque Nico y yo conducíamos una furgoneta y Gastón un Jeep. No me gustaba el plan, porque me dejaba a solas con Leann y a Lali con Gastón. No era la combinación que quería. Así que tomé prestado el Mercedes de mi madre.
Nadie podía discutirme que era una idea mejor, excepto quizá Gastón, que no conocía los detalles. Yo lo hablé con Nico y él convenció a Eugenia. Iba a pedirle a mi hermano que se sentará detrás, para que Lali y Gastón estuviesen más cerca de mí, pero la imagen de Nico escondido de todo el mundo junto a Euge hizo que me doliese el pecho. Así que no dije nada cuando Gastón se sentó detrás, dándole la mano a Lali. El dolor que me producía pensar en Euge y Nico quedó sustituido por unos celos abrasadores. Los ojos de Gastón estaban puestos sobre el pequeño trasero de Lali, que apenas lo tapaba con un vestido de tirantes.
—Creo que acabas de gruñir — susurró Leann al pasar a mi lado para abrir la puerta del copiloto. Arranqué los ojos de Gastón y me dispuse a entrar. Este viaje de treinta minutos iba a ser interminable. 
—Sigues frunciendo el ceño —se burló Leann. Le lancé una mirada furiosa con la que sólo conseguí hacerla reír
—Estaba convencida de que no superarías lo de Euge. Me sorprende —dijo entre dientes, y movió un poco el espejo para mirar a hurtadillas a Lali y a Gastón. 
—Si te sirve de ayuda, no creo que esté interesada —comentó y cerró el espejo. 
—Decide qué quieres escuchar — fue mi única respuesta a sus comentarios indiscretos. Leann chasqueó la lengua y sonrió antes de ponerse a buscar una emisora. 
—Gastón  es un buen chico, sabes. No tiene segundas intenciones.
Negué con la cabeza apretando los dientes y le eché una mirada de advertencia. 
—Antes eras tan educado y amable, Peter Lanzani. Has cambiado mucho. Ajusté el retrovisor para tener a Lali. Me estaba mirando. Mi rabia y mi frustración se derritió cuando me ofreció una tímida sonrisa. Le guiñé un ojo y devolví la mirada a la carretera, decidido a que el coche fuera el único lugar donde Gastón pudiera apartarla de mí. Más le valía disfrutarlo.
 —¿Estás mirando a Euge o a Lali? —preguntó Leann. Me di cuenta de que me había olvidado de Eugenia. Se me hizo un nudo en el estómago. ¿Qué estaba pensando? Tenía a Euge justo detrás, sentada al lado de Nico. Apreté con más fuerza el volante y me concentré en la carretera para dejar de pensar en la chica a la que siempre querría y en su prima, que conseguía que me invadiese una bruma de lujuria cada vez que se me acercaba. 
—Quizá quieras ajustar el espejo — la advertencia de Nico me llegó desde atrás. Si al menos pudiese odiarle. Alargué la mano y moví el espejo para no ver a ninguna de las chicas y subí el volumen de la canción que Leann había elegido.

Lali

—Me alegro de que hayas venido conmigo esta noche —dijo Gas, inclinándose ligeramente hacia mí. Aparté la vista de la nuca de Peter. —Gracias por invitarme —respondí con la esperanza que no notara demasiado mi decepción. Gastón levantó la vista y suspiró mirando a Peter. 
—No sé por qué lo hace —susurró —. Lo siento, pero parece que esta noche tendremos que presenciar otro de los dramas de los chicos Lanzani. Peter nunca será capaz de olvidar a Euge, aunque está claro que ella sí ha podido. – La sensación de náusea que me provocaron esas palabras no me sorprendió. Yo había estado pensando lo mismo, pero oírlo de otra persona era difícil. Estaba tan segura de que Peter se había fijado en mí, hoy. Pude notar la atracción que sentía por mí. ¿Pero qué sabía yo de chicos y de sexo? Nada de nada. Si un muchacho se apretaba contra una chica, seguro que se excitaba. Por lo que sabía de los hombres, no podían evitarlo. Me arrellané en mi asiento con un suspiro y crucé las piernas. Mis esperanzas para esta noche se habían desvanecido. Gas se merecía algo mejor que tenerme toda la noche pendiente de Peter. Al fin y al cabo, era Gas el que iba a pagarme la entrada y la cena....
Cuando llegamos al restaurante de la playa, ya había tenido tiempo de superar mi decepción y de divertirme... un poco. Si tenía que soportar a Peter mirando absorto a mi prima toda la noche, acabaría vomitando en el baño. Pero ahora mismo me sentía bien. 
—Te encantará este sitio. Tienen las mejores ostras fritas del mundo —me explicó Gas mientras subíamos los escalones del restaurante. 
—También puedes comerlas crudas. —La voz de Peter estaba tan cerca de mi oído que di un respingo. Aparté los ojos del lugar al que nos dirigíamos y me volví para mirarle. Le tenía a mi lado, lanzándome una sonrisita sexy. 
—Compartiré una docena contigo. 
—¿Una docena? —pregunté, deslumbrada por el perfume tentador de su colonia y el tacto de sus dedos acariciando los míos. 
—Ostras crudas —respondió arrastrando las palabras.
– Ah, nunca las he probado. No estoy segura de que me apetezcan —la voz me salió entrecortada. Cuando se trataba de Peter, era débil. 
—Te enseñaré cómo hay que hacerlo para que entren con suavidad. —Su voz se había vuelto grave. Sentí la necesidad de abanicarme: de repente hacía mucho, mucho calor. La brisa marítima no conseguía refrescarme. 
—Ah —fue lo único que pude contestar. 

3 comentarios :

  1. Aiiiii subí ya! Please! Me estoy muriendo por leer el siguiente capi! Atte; Carla

    ResponderEliminar
  2. Cuanto falta para q peter deje de pensar en eeugee???! Quieerooo maas

    ResponderEliminar
  3. Wuuuu Peter no se da cuenta q le encanta Lali o q!!??? Lali no le des bola Q sufra! jjjj QUIERO MÁS! atte: Maria

    ResponderEliminar