Peter
Después de
que me dejase en casa, me di una buena ducha caliente y me arrastré a la cama.
Por suerte, ninguno de mis padres vino a ver cómo estaba. Me había librado de
que me pillaran llegando a casa hecho un desastre. Mi madre no soportaría verme
así. Yo siempre había sido el chico bueno. Nunca les había dado ninguna
excusa para no confiar en mí. Y mira de qué me había servido. Me subí la
sábana hasta la cintura y repasé mentalmente el ataque de nervios que le había
dado a Euge en la fiesta. Se había enfadado. ¿Por qué? ¿Por qué
me estaba pegando el lote con Lali, en público? Sólo nos habíamos besado.
De acuerdo, había sido un beso bastante impresionante y la chica tenía una piel
increíblemente suave. Su cabello olía a flores y, antes de que nos
interrumpieran diciéndonos que buscáramos una habitación, había estado pensando
en lo mucho que deseaba probar la piel de su cuello. El pulso le iba a cien
bajo mis labios y aquel momento había sido embriagador..., no se parecía a nada
que hubiese experimentado antes. Euge lo había frenado en seguida. Se puso
furiosa, casi demasiado. ¿Estaba... celosa? ¿Era posible? Yo no había salido
con nadie desde que rompimos. Nunca me había visto con otras chicas..., y menos
pegándome el lote de esa manera. Pero... celosa..., tal vez. Las comisuras de
mis labios formaron una pequeña sonrisa y alargué la mano para coger el móvil.
Yo:
Por
favor, dile a Lali que siento haberme emborrachado y comportado como un
imbécil.
Apreté el
botón de enviar y esperé a ver la respuesta de Euge, que sonó casi de
inmediato. Me incorporé y la leí sin dejar de sonreír.
Euge:
Sí, lo has
sido. Se lo diré, pero aléjate de ella, Peter.
Estaba
celosa. No le gustaba que estuviese interesado en otra persona. Euge quería a
los dos hermanos Lanzani bajo su embrujo. Bueno, esto podría acabar siendo
divertido.
Yo:
No puedo
hacerlo, Euge. Me gusta mucho.
Pensé que no
iba responder cuando se iluminó la pantalla con otro mensaje.
Euge:
No
quiero que sufra.
Me reí para
mí mismo; yo sabía la verdad. Euge no quería compartir mi afecto. Mocosa
egoísta.
Yo:
No le haré
daño. Quiero pasar tiempo con ella. ¿Me das su número?
Euge:
Esta
noche no.
Me tumbé en
la cama con una sonrisa, pensando que Euge había convertido aquello en un juego
demasiado divertido para abandonarlo.
Jo que pena por lali, bueno a seguir leyendo que está muy interesante jejej
ResponderEliminar