jueves, 24 de julio de 2014

Curando al corazón - Prólogo




Peter
Eugenia se subió a la rama y se sentó.
Tiempo atrás, hubiese reclamado mi ayuda. Ahora ya no me necesitaba para nada. Le había fallado en tantos sentidos… Había oído la expresión “Tener el corazón roto”, pero no había comprendido su significado hasta ahora.
Ahí sentado, mirándola, el corazón me dolía de verdad. Desde el día en que salí de la iglesia y la vi con Nico, me costaba respirar. En ese momento fue cuando lo supe. Hubiese querido que me dijese cualquier cosa para demostrarme que estaba equivocado. Pero, en el fondo, lo sabía. Eugenia ya no era mía.
-Impresionante. Haces que parezca fácil – dije en voz alta para que me oyera. Me había enviado un mensaje diciéndome que estaba en el lago. Pero resulta que yo llevaba horas en nuestro sitio: Había ido a reflexionar. Aquí era donde todo había empezado, resultaba apropiado que también terminase aquí.
La expresión de Eugenia delataba confusión. Me encantaba esa mirada. Era adorable.
- Ya había venido, cuando mandaste el mensaje – expliqué, y sus labios dibujaron una sonrisa.
- Ah – respondió.
- ¿A qué se debe la visita? – pregunté, aunque sospechaba la razón. Sólo quería que lo dijese en voz alta. Ya era hora de que aclarásemos las cosas. Me puse de pie y caminé hasta donde estaba sentada, después de advertir una presencia oculta entre las sombras. Era de esperar que Nico hubiese venido a verme. O quizá la había seguido a ella.
- Quería saber cómo estabas. Nico dijo que tenías una contusión.
No pude evitar que se me escapara la risa. Tenía una buena magulladura. Lancé una piedra al agua.
-¿Te ha explicado cómo me la hice?
- Sí – los remordimientos que sentía eran evidentes en su tono de voz. Nico debió de confesarle que me había reventado la cabeza. Aunque no era culpa suya.
- Lo merecía. Esta semana me he comportado contigo como un cretino.
El dolor que sentía en el pecho empeoró. Recordar a todo el mundo tratándola con crueldad mientras yo me quedaba de brazos cruzados era algo que me perseguiría durante mucho tiempo.
-mmm – no parecía muy segura de qué más decir. Le había fallado. Me había fallado a mí mismo. Esa reacción no era propia de mí.
- No debería haberles permitido que te hicieran todo eso. La verdad es que la paliza de Nico fue un alivio. Me sentía culpable, así que recibir una buena resultó liberador.
- ¿Qué?
Le sorprendía que me sintiese culpable por lo que había permitido que le hicieran. Maldita sea, esto lo hacía aún más difícil. Cada vez me costaba más respirar.
-Euge, fuiste mi chica durante años, pero antes de eso fuimos amigos. Los mejores amigos. No debí dejar que un bache en el camino me pusiera en tu contra de esa manera. Estuvo mal. Cargaste con toda la culpa de algo que no era sólo responsabilidad tuya. Era responsabilidad de Nico, y también mía.
- ¿Tuya? ¿Por qué?
- Sabía que él te quería. Había visto cómo te miraba. También sabía que le querías más que a mí. Los dos compartíais un vínculo secreto del que yo no formaba parte. Estaba celoso. Nico era mi primo y tú eras la chica más guapa que había visto en toda mi vida. Te quería para mí. Así que te invité a salir. No lo comenté primero con  Nico. Aceptaste y, como por arte de magia, rompí vuestro vínculo. Os dejasteis de hablar. Nico era mi amigo y tú eras mi novia,  era como si vuestra amistad nunca hubiese existido. Fui egoísta e ignoré el sentimiento de culpa hasta que desapareció. Sólo cuando le veía observándote con esa expresión de anhelo y sufrimiento volvía la sensación de culpabilidad. Mezclada con miedo. Miedo a que volvieses junto a él. Miedo a perderte.
Ésta era la primera vez que decía abiertamente la verdad. La había escondido en mi interior durante años, ver como Euge cambiaba de personalidad y no decir ni una sola palabra al respecto… todo aquello era culpa mía.
La mano de Euge jugueteaba con mi pelo, y quise cerrar los ojos y suspirar bajo esa caricia inocente. ¿La amaría siempre de esa forma? ¿Tendría que pagar por mi falta durante el resto de mi vida con este dolor constate en el pecho?
-Yo también te quería. Quería ser digna de ti. Quería ser la chica buena que merecías.
Oír aquello me recordó porque nuestra relación no había funcionado, ya que dejé que creyera que esperaba más de ella.
- Euge, eras perfecta tal como eras. Fui yo el que te dejó cambiar. Me gustaba el  cambio. En el fondo, sabía que el espíritu libre que habías sofocado lucharía para liberarse. Al final, ocurrió. Y el hecho de que fuese con Nico no me sorprende lo más mínimo.
- Lo siento Peter. Nunca quise hacerte daño. Lo eché todo a perder. No tendrás que vernos ni a Nico ni a mí juntos. Voy a salir de vuestras vidas. Podrás recuperar lo que perdiste.
Cuando vi que Nico no salía corriendo del bosque maldiciendo como un marinero, comprendí que estaba demasiado lejos para oírnos.
Le tomé la mano, yo era el único capaz de convencerla de que no debía hacerlo.
Era hora de dejarla marchar.
-No lo hagas, Euge. Te necesita.
Negó con la cabeza y me ofreció una sonrisa triste.
-No, él también está de acuerdo. Hoy casi ni me ha mirado. Sólo me dirigió la palabra cuando quiso dejar claro a todo el mundo que tenían que dejarme en paz.
No tenía ni idea.
-No aguantará demasiado. Nunca ha sido capaz de ignorarte. Ahora mismo está lidiando con muchas cosas. Y lo está haciendo solo. No le apartes de tu lado.
Eugenia bajó de la rama y de dio su último abrazo.
-Gracias. Tu aprobación lo es todo para mí, pero ahora mismo te necesita. Eres su hermano. Yo sólo sería un obstáculo.
El dolor era casi insoportable. Alargué la mano y jugueteé con un mechón de su pelo. Ese rubio perfecto me fascinaba desde los cinco años. Siempre me había recordado a una princesa. Había perdido a mi princesa, pero su recuerdo valía hasta la última punzada de dolor que sentía en el corazón.
-A pesar de que estuvo mal quedarme contigo sin tener en cuenta los sentimientos de Nico, no soy capaz de sentirme arrepentido. He pasado tres años maravillosos a tu lado, Euge.
Éste era mi adiós. Nico estaba ahí fuera, esperando a que me alejase. Había llegado su momento. Yo había echado a perder mi oportunidad a lo grande. Le solté el pelo, di un paso atrás, me di vuelta y me adentré en el bosque en busca de mi hermano.   

4 comentarios :

  1. Holaaa me encanto :) cuando leí el prologo dije WOW jajjajaa quiero mas :) besos..
    casijuegos.blogspot.com.ar

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    1. muchas gracias por pasarte por aquí ;) un besazo, guapetona!

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