viernes, 25 de julio de 2014

Curando al corazón - cap. 1

Holaaa chic@s!!! no sé si os gusta la nove o no, porque no comentáis :(
Ahora os dejo el primer capítulo, disfrutarlo y comentar porfavor!
Este capítulo se lo dedico a Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.es/ , muchas gracias por pasarte por mi blog maja! Y también a Ana María y Noelia jaja seguir leyendo y firmando, gracias, besicos preciosas :*


Seis meses después

Peter

        Sabia que no debería haber venido, pero no podía seguir evitando las fiestas del prado. Tenía que empezar a comportarme como si no me molestara que Nico y Eugenia estuviesen juntos.

-Aquí tienes, tío. – Gastón me puso en la mano un vaso rojo de plástico, lleno hasta arriba de cerveza. Me dispuse a devolvérselo con una mueca- . Bébetelo. Hasta yo lo necesito, después de veros a los tres.

Le agradecía que hubiese hablado lo bastante bajo como para que nadie más le oyese. Sentía sobre mí las miradas furtivas de todo el mundo. Esperaban ver cuál sería mi reacción. Habían pasado seis meses desde que Euge me dejó por mi hermano. Ahora me resultaba más fácil verlos juntos, pero normalmente prefería mantener las distancias. Ésta era la primera vez que había tenido que presenciar al salido de Nico besándole el cuello, la mano, la cabeza y cualquier parte a la que tuviesen acceso sus labios mientras charlaba con los demás y Euge permanecía acurrucada entre sus piernas.

Gastón tenía razón; necesitaba una copa. Me puse el vaso en los labios, eché la cabeza atrás y tomé un buen trago. Cualquier cosa con tal de distraerme de la sesión de besuqueos que tenía en frente.

-No puedo creer que no vayáis a la misma universidad. Estaba convencido de que os harían un contrato de dos por uno. – Pablo casi parecía decepcionado de que hubiese decidido matricularme en la Universidad de Florida en lugar de Alabama. Nico y yo habíamos planeado jugar con el equipo de fútbol de Alabama desde los cinco años.  Pero cuando Florida me ofreció una beca completa, la acepté. Necesitaba poner distancia. Eugenia iría a la Universidad de Alabama con Nico, y yo me sentía incapaz de estar allí con ellos.

- Florida le hizo una oferta fantástica. No puedes culparle por aceptarla – explicó Nico.

Mi hermano lo comprendía. Nunca lo mencionaba, pero sabía por qué había escogido Florida. Nico había tenido cuidado durante mucho tiempo de no pasear delante de mis narices su relación con Eugenia, pero desde la graduación se había relajado.

-Alabama no podría con dos Lanzani. Tenemos que repartirnos un poco – respondí fijando la vista en Pablo antes de tomar otro trago de cerveza.

- Pero será extraño no tenerte aquí – dijo Euge. Mierda. ¿Por qué tenía que hablar? ¿No podía quedarse ahí sentada en silencio y dejar que Nico le metiese mano? Oír la voz de Euge me obligó a levantar los ojos para devolverle la mirada.

La curva triste que formaban sus labios hizo que despertara en mí esa vieja opresión en el pecho. Euge era la única capaz de hacerme sentir así.

-Sobreviviréis. Además, vosotros dos os separáis lo suficiente como para fijaros en nada más. – Acababa de sonar como un imbécil. Euge se encogió ante mi comentario sarcástico: otro punto negativo para mí.

- Ten cuidado, Peter. – La amenaza era evidente en el tono de voz de Nico. El grupo se quedó en silencio. La atención de todos se concentraba en nosotros dos. La furia que iluminaba la mirada de Nico sólo sirvió para que me cabreara aún más. ¿Qué derecho tenía a enfadarse? Había conseguido a la chica.

- ¿Por qué no te tranquilizas? Sólo contestaba a su comentario. ¿Qué pasa? ¿No tengo permiso para hablar con ella?. - Nico asió la cintura de Euge y la apartó de él mientras se levantaba.

- ¿Tienes algún problema, Peter?

Euge se puso de pie con dificultad, rodeó a Nico entre sus brazos y empezó a suplicarle que no me hiciese caso, asegurándole que mi comentario no tenía mala intención, aunque ambos sabíamos que sí la tenía. Los ojos de Nico no se apartaron de los míos mientras alargaba el brazo para zafarse de Euge.

Dejé el vaso en la plataforma trasera de mi furgoneta y di un paso hacia él. Necesitaba esta pelea. Pero Eugenia no lo iba a permitir. Se apoyó en los hombros de Nico y se le subió encima, rodeándole la cintura con las piernas. Si verla en sus brazos no me cabrease tanto, me hubiese reído de su determinación para evitar que nos peleásemos. Se las había visto con nosotros desde que éramos niños, y sabía cómo hacer para impedir que llegásemos a las manos.

A Nico se le iluminaron los ojos, y con una expresión divertida sustituyó la mueca de enfado por una sonrisa satisfecha, mientras su mirada pasaba de  mí a Eugenia.

-¿Qué haces, princesa? – preguntó.

- ¡Buen truco para distraerlo, Euge! – chilló Mery desde el regazo de Pablo. Siguieron más silbidos y piropos. Nico le sonreía como si fuese la persona más fascinante del mundo entero. Ya no podía más. Tenía que irme de allí.

- Vamos a comer algo… estoy muerto de hambre. Conduce tú – sugirió Gastón, y Agus se mostró de acuerdo. Gastón se montó en mi furgoneta y yo, sin mirar a Nico y a Euge, di la vuelta al coche y subí. Si mi hermano se la llevaba a rastras a su coche, iba a perder la cabeza. Marcharse era una buena idea.



Lali

Cande coqueteaba descaradamente con el barman. Sabía lo que planeaba y estaba segura de que él también. No podía comprender por qué no se conformaba con beberse su refresco mientras esperábamos mesa. El viaje de diez horas por carretera junto a ella (desde nuestra ciudad, Alpharetta, Georgia, hasta el sur de Alabama) satisfacía de sobra la cuota de tiempo que debía pasar con mi vecina y amiga de la infancia. Al crecer, Cande y yo nos habíamos convertido en dos personas completamente distintas, pero el vínculo de cuando éramos pequeñas evitó que nos distanciásemos. Sin embargo, a Cande sólo se la podía aguantar en pequeñas dosis.

-Venga, Lali. Deja que eche un vistazo a esos fantásticos pechos que por fin has decidido compartir con el mundo – susurró con la mirada fija en el muchacho, que preparaba la consumición de otro cliente.

- Eres una aguafiestas, Lali – gimoteó Cande.

Llegadas a este punto, ya no me importaba que se enfadase. Lo único que quería era cenar e ir a casa de mis tíos.

-No te entiendo, Lali. Te pones guapa y por fin te decides a presumir de lo que tu madres te ha dado… Vale, tu madre no te lo ha dado, porque está claro que no es precisamente atractiva; ¿digamos lo que la fortuna te ha dado? Y, ¿Para qué? ¡Para nada! Nunca coqueteas. Ahora los chicos se fijan en ti, Lali. Se dan la vuelta para mirarte, pero tú les ignoras.

Ésta era una diatriba habitual.

-Ya te he dicho que no estoy interesada en salir con nadie. Acabamos de graduarnos. Quiero aprovechar el verano y prepararme para la universidad en otoño, disfrutar de tener lejos a la loca de mi madre y simplemente… relajarme.

Cande soltó un resoplido e inclinó la cabeza para mordisquear la pajita.

-También podrías venir conmigo. Pasar de tu prima y estarte todo el verano de fiesta en la playa. A Corey le encantaría que vinieses.

Pasar el verano con una Cande borracha y sus amigos no me parecía muy tentador. Tenía mis propios planes y, por el momento, todo estaba saliendo bien. Pero el próximo paso me ponía de los nervios. Era crucial.  

 El primer  paso fue teñirme el cabello de cobrizo oscuro, y peinármelo con gracia en lugar de recogérmelo en una trenza o una coleta cualquiera . El tono de pelo más intenso hacia que mi pálida piel pareciese casi delicada. El siguiente paso fue limpiar mi armario. A diferencia de las otras madres, a la mía le gustaba verme en pantalones cortos de los que dejan a la vista casi toda la pierna y con tops ceñidos que resaltaban mi generoso pecho.

También aprendí a maquillarme.

Convencer a mi madre de me dejase pasar el verano en casa de mis tíos había sido más difícil. Mi prima Euge había sido de gran ayuda. El objetivo parecía sencillo, pero cuando me ponía a darle vueltas se volvía complicado. Conseguir que un chico se enamorase perdidamente de ti no era fácil, y aún menos cuando había estado enamorado de tu prima desde siempre. Pero todo era posible, ¿o no?...

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