Holaaa!!! bueno siento no haberos subido capítulo ayer, pero quedé con una gran amiga por el día de la amistad y llegué tarde a casa :/ pero si os parece os puedo hacer una maratón, vosotras decidís! un beso, disfrutar y comentar :)
Mareada y completamente sorprendida, perdí el
equilibrio y extendí la mano para tomar el lateral de la camioneta.
—Vaya —Peter
alargó la mano para ayudarme a recuperar el equilibrio. Qué vergüenza.
Respiré hondo y levanté los ojos en cuanto fui capaz descentrar la vista de
nuevo en él. En lugar de
la expresión de pasmo que estaba segura de que tenía, fruncía el ceño. No, más bien estaba enfurruñado.
—No
debería haberlo hecho, Lali. Lo siento. Estaba alterado y no me he parado
a pensar.
Cogió las
dos maletas y se dirigió a la puerta sin esperar mi respuesta. No era así como
había imaginado nuestro primer beso. Y créeme, había estado fantaseando
con él durante años. Aunque el beso en sí había sido perfecto, el final había sido
terrible. La rabia sustituyó a la decepción, agarré las bolsas que faltaban y
le seguí.
¿Cómo se
atrevía a besarme de esa manera, disculparse y después marcharse?
—Ya...
- La puerta se abrió de golpe, interrumpiendo mi frase, lo que probablemente
fue una suerte porque estaba a punto de cantarle las cuarenta.
—Lali,
cariño, ya estás aquí.
La tía Sarah
me ofreció una sonrisa radiante al abrir la puerta mosquitera. Le lancé una
mirada furiosa a Peter y entré directamente en la casa.
Peter
Esto
no podía salir bien. Me maldije a mí mismo por actuar como un imbécil. Abrí de
un tirón la puerta de la furgoneta y me dispuse a entrar cuando Nico aparcó
su coche detrás de mí. Perfecto. Justo lo que no necesitaba. Tenía que hacerme
a la idea de que había besado a Lali, no encontrarme con mi hermano y Euge.
La
puerta de la furgo se abrió de golpe y él salió disparado con una mueca
furiosa. ¿Y ahora qué le pasaba?
—Más te vale
tener una buena excusa para aparcar en casa de Euge.
—Acabo de
dejar a Lali — respondí, devolviéndole la mirada. No me asustaban sus
tonterías de tipo duro.
Mi respuesta
le confundió, porque arqueó una ceja y se volvió para mirar a Eugenia, que
estaba saliendo del coche.
-¿Ya está
aquí? —chilló, bajando de un salto antes de que Nico pudiese atraparla—.
Le ofreció
una gran sonrisa a Nico y luego me miró.
—¿Por qué...?
¿Cómo es que la has traído tú? Euge era adorable cuando estaba confundida.
—Nos
encontramos cenando en Wings —respondí—. Me ofrecí a llevarla para ahorrarle el
viaje a su amiga.
El ceño
fruncido de Euge volvió a convertirse en una sonrisa. Me gustaba hacerla
sonreír, siempre me había gustado.
—¡Gracias!
Qué bien que la encontrases. —Euge se dio la vuelta, envolvió a Nico en un
abrazo y le plantó un sonoro beso en los labios antes de soltarlo y dar un paso
atrás. -Tengo que entrar. Hace meses que no la veo. Llámame luego.
Había visto más
de lo que hubiese querido. Me dispuse a subir a mi furgoneta.
—Peter,
espera. —La orden de Nico me detuvo. Sólo quería marcharme, pero él me cerraba
el paso y no podía escapar. —Lo de esta noche. No vuelvas a hacerlo. Han pasado
seis meses y Eugenia se esfuerza por ser amable contigo.
—Tienes razón.
He sido un idiota. Me disculparé con ella la próxima vez que la vea.
Me pregunté
si tendría otra cosa de la que disculparme la próxima vez que la viese. Porque
si Lali le contaba lo del beso, Euge se iba a cabrear. No porque hubiese besado
a Lali, sino porque después me había comportado como un verdadero sinvergüenza.
—Bien.
—Nico se dirigió a su furgoneta, pero se detuvo. -Eh, ¿vienes a jugar al
billar?
—Te sigo –
le respondí.
Lali
Apenas había
cruzado la puerta cuando Euge apareció corriendo y gritando de alegría. Me condujo a su habitación. Cerró
la puerta y se volvió con una gran sonrisa en la cara.
—¡Me alegro
tanto de que estés aquí!
Su largo
cabello rubio le colgaba suelto por la espalda y su bronceado ya era perfecto.
Cuando era
pequeña, la odiaba. No porque fuese mezquina, sino porque parecía una
muñeca Barbie. En respuesta, la cruel había sido yo.
—Yo también
—respondí mientras se dejaba caer en la cama, a mi lado. Escapar de mi madre y
de sus constantes quejas sobre mi padre había sido un gran alivio. Habían
estado oficialmente divorciados durante tres meses, pero mi madre seguía
despotricando de él todos los días.
—Lo vamos a
pasar bomba. Mañana es el cumpleaños de Mery y va a celebrar una gran fiesta en
su casa. Cada año lo hace. Te encantará, y así conocerás a todo el mundo. Nico
y yo también hemos estado hablando de ir de acampada. Puede que vayamos una semana
al parque natural de Cheaha. Invitaremos a Peter porque el senderismo es lo
suyo, y a más gente. Tú también vendrás, claro.
Me costó forzar
una sonrisa, pero lo conseguí. Empujé la reacción de Peter después de
nuestro beso hasta el rincón más oscuro de mi mente y me concentré al máximo en
charlar con Euge.
—Suena
divertido. Me apunto a todo —le aseguré.
—Eres una diosa de la belleza Lali, me
alegro de que hayas decidido mostrar ese cuerpazo que tienes. – me piropeo Euge.
—Peter dice
que te ha traído a casa. ¿Cómo le has visto? ¿De buen humor? – me interrogó
Euge.
—Estaba,
mmm... , bien. – le respondí.
Vale, era
mentira, pero quería protegerlo de ella. Seguro que Peter no quería
que Euge supiese que seguía estando afectado por lo que había pasado con Nico.
—Bien.
—¿Peter sale
con alguien? — pregunté, intentando sonar indiferente. Euge soltó
una breve risa.
—Ojalá.
Qué raro.
Peter era guapísimo, tenía talento, era atlético, educado, gracioso... ¿Cómo
era posible que alguien así pasara seis meses sin encontrar novia?.